Actualmente vivimos en un mundo hiperconectado, son múltiples los medios y mecanismos que tenemos a nuestro alrededor para estar informados y compartiendo con todos. Esto es excelente, pues nos ha dado la gran oportunidad de saber y estar presentes con nuestros familiares y amigos que se encuentran geográficamente lejos de nosotros.
Hasta allí, todo bien… pero que pasa cuando lo de estar “conectado” se ha convertido en una forma de vida e incluso un vicio, del cual no te has dado cuenta que padeces. Empecemos por dar algunas señales de ello:
- Antes de dormir o al levantarte una de las primeras cosas que haces es revisar alguna red social.
- De manera constante revisas tu teléfono por si alguien te dejó algún mensaje.
- Estas conversando con alguien y dejas de hacerlo si te llega una notificación a tu teléfono.
- Te recuerdas de los cumpleaños o fechas importantes por el recordatorio que te realiza alguna red social.
- En una actividad, los que te rodean e incluso tú revisan de manera constante su teléfono y comparten lo que les envían.
- Dedicas más de 30 minutos diarios a revisar lo que pasó en las redes sociales.
- Dejar el cargador en casa, o no tener WIFI/Megas puede ser considerado una tragedia.
Si te sientes identificado con las anteriores, entonces es momento de revisar qué tanto estamos conectados a nuestro teléfono y desconectados de nuestra realidad. Sabías que el exceso de información y sobreexposición en las redes puede cambiar nuestra percepción de las cosas e incluso nuestro estado emocional.
Y lo más importante estamos de alguna manera dejando de vivir el aquí y el ahora… “
He presenciado cuando he salido a un restaurant, como familias que han llegado al mismo lugar, apenas se sientan automáticamente cada uno toma un elemento de distracción (teléfonos celulares en el caso de los adultos y equipos de videojuego en el caso de los niños) y comienzan a interactuar con sus aparatos. Durante todo ese tiempo no se dirigen la palabra entre ellos, pero si sonríen y le escriben a otra persona que se encuentra en el otro extremo; inclusive fotografían sus platos pero no le dicen a sus acompañantes de mesa “buen apetito”.
De alguna manera nos hemos inmerso en una realidad que no es tal. Estamos dejando de lado la “presencia” física de nuestros seres queridos y los momentos que podemos disfrutar con ellos. Creo que eso es una manera de irrespetar al que se encuentra a tu lado, no darle su justo valor a su presencia.
Para mantener una salud emocional es fundamental contar con espacios que permitan el silencio, la observación, la quietud”
Debemos tener la disciplina y voluntad para de manera consciente alejarnos del ruido constante que introducimos en nuestra cabeza al estar constantemente conectados. Con solo un espacio de tiempo que te tomes para desconectarte de toda esa virtualidad e inicies un proceso de conexión contigo, verás y sentirás grandes cambios.
Un abrazo,
Keyla
Pd: foto de libre uso de pixabay.com